Una lectura existencialista al poemario del Poeta Johnny Barbieri
Por Ronald Castillo Florian
Para una virgen negra busco cien acres de luz
Altares con zarzas y rosas fosforescentes
En medio de un invierno que se balancea con el viento
Busco un mausoleo con un jardín de mármol y sobre ella
Una mano de cal omnipotente creando
El mundo.
Johnny Barbieri, poeta peruano (Lima, 1966) de trayectoria ilustre y prolífica tiene publicado siete libros de magnífica poesía que cautivan y desgranan la realidad tornándola enigmática y de inmensurable vigencia. La virgen negra es un poemario publicado en el año 2003 bajo las ediciones de Noble Katerba al cual pertenece siendo, también, un digno representante del mismo.
Conocí a Jhonny a través de sus poemarios, tales como Branda y la Mesón de los pandos (1993), el libro azul (1996), Maka (1999), jugando a ser Dios (2000), carne de mi carne (2002), el libro hindú (2005) y en un taller de poesía que organizó nuestro amigo y colega el poeta Leoncio Luque en el distrito de San Luis en Lima, Perú.
He leído el poemario con mucho detenimiento y misticismo, no puedo negar que los simbolismos y metáforas son ápices importantes en el corpus del poema, al mismo tiempo que se va sintiendo un aire de posesión mortífera combinada con una esperanza venidera que no se sabe cómo pero que tendrá su realización en el momento adecuado.
El poemario comienza haciendo una descripción del lugar y la forma que se encuentra la virgen negra, hay una virgen negra en la página veintitrés de un libro de defunción, con cabellos que despliegan albas de orfebrería,/alumbrada con teas de alambres oxidados, que al día siguiente le irán a poner rosas y a prender inciensos, y tú estarás en la página acostumbrada/ con una luz alumbrando tu muerte; siendo una descripción fatalista para una "entidad" que debe, a primera intención, ser cubierta de gloria y esplendor, en este caso el poeta quiere referenciarnos la descripción correcta de la virgen a la cual va rindiendo tributo a lo largo del poemario.
Este es un poemario de fuerte contenido existencial, de exaltación y asombro, de dudas y deseos, de apocalipsis y devastaciones, pero que se va conjugando con esperanzas y gozos, con génesis y realización. Antagónicos, surrealistas, cielo/infierno que alumbran opacando la mirada; en resumen, realidad discernida y sopesada para entender la vida que se va volviendo compleja desde el momento que la ponemos en nuestra espalda y empezamos llevarla sintiendo el hastío del peso preguntándonos del por qué de esa carga.
También, aparece la figura de Eleanor (representando a la humanidad) a quien se le alienta a crecer, a seguir mirando al mundo por su ventana, a comprar colores para su piel, a comprar paisajes con puerta al jardín y sobre todo a luchar por los que la aman, huye hasta perderte/ y jamás vuelvas la vista hacia atrás.
Las bancas de los parques estaban cargadas de viejas cicatrices de recuerdos que jamás podrán ser borrados, buenos o malos, testigos de nuestra existencia, que nos acompañan hasta el final y después de éste, experiencias vividas, tal vez no deseadas pero que son los derroteros de nuestro yo ante los demás, por eso que algunos sueños aún no realizados, pero que se tienen en mente, son a veces de difícil concretización llegando a pensar que caminamos sin dirección el ir a no sé donde con los muñones de una utopía en la mano, muchas veces nos alejamos, huimos, nos exiliamos para no ser testigos ni del tiempo, ni del contexto que nos envuelve, hacemos lo posible por ocultar nuestra realidad, ya que un sin fin de dudas nos va carcomiendo la razón, nos sentimos solos y abandonados antes tal situación, por ello el deseo de envejecer en un rincón cualquiera/ a solas/ y morir de un vez para que todos te olviden. Y los testigos?, siempre hay testigos, nunca falta alguien que te observa, por más oculto que quieras hacer algo, por más sigiloso, por más escueto y lacónico que intentes tu despedida, siempre hay alguien o algo que te observa, no se puede negar que la verdad siempre sale a la luz, ya que ese espía está ahí, a tu lado, junto a ti, cuando sales en la noche un ojo tirado en el suelo te ve pasar y se encarga de informar de tu proceder, ¿soledad? ¿Reclamas soledad? Donde se huya ahí estará el testigo anónimo para informar lo que hacemos, es que este mundo es así, lo oculto siempre sale, por ello los días que pensaste salir corriendo no son más tuyos los jueves están rotos son de otros también, se fascinan ante tu desdicha, hacen alarde de tu caída, qué nos espera, sólo avanzar y seguir así nos estén vigilando, total, sólo ven, por ello la recomendación del poeta: hacer todo ello que satura un simple material de extinción inmediata la noche de papel con cráneos de papel/ Con ventosas de papel y esta vida de papel/ Para hacerlas pedacitos. Justamente ese papel deshecho que no es más que materia inservible se vuelve muchas veces mortaja de un ser que pasó al olvido y que unos cuantos extrañarán la vida en el suelo yacía cubierta con periódicos, cuando nos sentamos a recordar ese ayer que no pasó, sintiendo en el corazón los oleajes de la vida logramos divisar centurias de animalidad en el mundo que nos hacen sensibles adormecidos y es donde nos percatamos que sólo existen visiones de un barco sin rumbo sangrando sobre el mar y que estamos, queramos o no sentados sobre este vacío ubicuo que ahora nos circunda.
Las veces que intentamos escapar de nuestra realidad lo hacemos siguiendo nuestra propia huella ya que éstas nos indican donde estuvo el error y el acierto, es en ella donde corregiremos los desatinos cometidos cuántas veces te he seguido para marcharme de ti por que esa es la única forma de huir, el error no sólo conduce al error sino también a lo correcto porque en nuestra conciencia alguien nos dice que en torno a ti el mundo da vueltas por siempre.
Siempre que luchamos contra ese algo, ser inerte, sin vida, lo hacemos de manera silenciosa, pausada, sufriendo y gozándonos de aquello, pues no permitimos que ese sufrimiento sea ventilado o expuesto al sol, es sólo nuestro, sólo de su autor, pero cuando aquel mortífero sentimiento es sublimado hacia alguien, cuando es "culpa" del otro, es ahí donde el yo que se reconoce en el tú da un giro total involucrando a su semejante sintiendo que la causa no es el que yo esté aquí sino que tú también los estés y que te marches sin decirme nada, ese contacto con la muerte que te permite verle a la cara y hacerle frente en una batalla que desde antes ya se ha perdido hace sólo gritar al olvido que te habían crecido alas/ alas de ninfas para marcharte y nunca más volver/ sólo quedé yo/ excavando veinte años/ Para olvidarte y no sé si aún lo he logrado porque la vi abrir un agujero en la noche/ y meterse hasta no dejarse ver más. Pero los recuerdos no muchas veces son buenas compañías, nunca hacen bien, jamás forman parte del ritual sublime de la vida, los recuerdos nos pueden matar y hacernos llorar sin respetar horarios, éstos se presentan de súbito, nos hipnotizan y alejan de la realidad el incienso ahuma el cuarto donde sólo quedan/ Los fósiles de una sopa de sémola/ Abandonada hace siglos esperando por ti; el poeta sorprende con esta imagen porque hace una genial construcción humana gastronómica como base de recuerdo y fuente de inspiración en procura del que partió pero que nunca volverá cuando cierro los ojos y no estás/ no está el mundo/ y no existo yo y no existe nada a mi alrededor sintiendo esas irremediable voluntad de salir corriendo, de no hacer frente a tanto sufrimiento, de escapar de las huestes transgresoras, impías y desdichadas que sorprenden en cada reminiscencia y en cada retórica hecha a su favor voy a esconderme del mundo/ Huir donde el dolor tenga menos puñales y cuando no haya más salida, ni cielo donde ocultarte, ni rincón, ni árbol donde colgarte: Yo excavo para huir.
Eleanor sal de tu escondite/ Manda al diablo tu muerte es el grito universal de toda la humanidad, mandemos al diablo a la muerte y que no sea esa piedra que estorba al andar, y si es así de inevitable que no sea dolorosa, aunque la peculiaridad de la muerte es eso, dolor al que la padece y dolor a quien lo presencia, tus ojos permanecen aún pintados en un papel/ sobre un rincón hecho de olvidos que siempre recuerdo y un alud de terror se levantaba ante mis ojos/ la planicie de vacíos se esparcía por todos los rincones aprisionándome fuertemente en el silencio de tu grito que cada vez que suelo recordarte el dolor de estar cerca y lejos de tu presencia hace que me duela y goce sintiendo menos de ti, parece decirnos el poeta.
Jonnhy Barbieri es un poeta de los noventa que comenzó a marcar hito en el mundo de la poesía, a pesar de su gesta afable de bellos poemarios no es muy difundido por menesteres propios de grupos poéticos que suelen atinarse como lo mejor en producción literaria o que cuentan con un caudal de "manager" dispuesto a sacar el ojo con tal de ver a otros y no al mejor sobresalir. Leer a Barbieri es descubrir no sólo el pensamiento de los jóvenes de su tiempo, sino de ir en búsqueda de caminos hacía una realización insondable de la vida, la Virgen negra, Eleanor, y todo lo sangriento, mortífero, esperanzador, gozoso nace en un poemario que merece ser leído con mucha atención para ir descubriendo, al igual que los evangelios, nuevos significados cada día. No sólo me he quedado absorto ante los poemas, sino también exhortado a procurar un cambio aunque utópico a la vida que me precede, agradezco a Johnny y pido disculpas por haberme atrevido de interpretar de esta manera insulsa su poemario que dependiendo la visión de lectura que se tenga reluce nuevos brillos cada vez que se retorna a él, De la sierra central del Perú quedó petrificado/ Yo la vi morir/ Yo morí con ella.
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