i palabra del mundo
palabra del mundo, rey
del mundo
hijo de la sociedad.
¿no oyes, Señor,
el ascenso puro de la
vanidad?
¿Acaso, sólo vanidad de
vanidades
ladran inmisericorde y
rondan
por los oídos del cielo
torpe,
y se abren despacio
como firmes pezones
entre cohortes de
predicadores
que exaltan y
desfiguran el mundo?
¿no es eso,
vanidad de vanidades,
la fuerza vital,
concentrada en sollozo
que nos hace soportar
el fuego eterno?
¿no es Dios,
que nos aniquila con su ser pujante,
y entre sueños prolonga su perdón
como escalera al cielo?
¿qué provecho tiene el
hombre de fructífero
si todo su esfuerzo se
desvanece, con el correr de los días
en su propia mirada?
¿qué provecho tiene
la vida, sin Dios,
si la muerte
nos destruye a cada
momento?
ii hombres van y vienen
hombres van y vienen de
siglos caducos.
es terrible desaparecer
de pronto
entre la constelación
terrestre del viento
que se levanta sórdida
y nos aniquila
sin darnos cuenta.
y a pesar de
desaparecer,
el viento en su calma
es terrible amenaza.
¿qué será de nosotros
en la tormenta trágica,
de aquel acierto
que gira destruirnos,
en espejos rugientes
del tiempo?
¿qué del viento girando
de norte a sur,
sin Dios,
en biografías de héroes
y villanos,
en este aparecer y desaparecer
de primavera a otoño,
que envuelve nuestra
vida perpetua?
iii las lluvias forman ríos
las lluvias forman ríos de cenizas y flores.
el sol lagrimea caminos
oscuros.
huellas lejanas
se oye en el clamor del
ahogo.
la vida se repite
silenciosamente
el mar se llena de
deseos impuros.
¿quién soy yo
que camino sobre
sombras ajenas a mi muerte?
¿quién soy yo,
que salgo a la calle
y veo la
tristeza del viento
acompañado de un dios
manantial?
¿de dónde aparece el
río de recuerdos
que la hora termina
de disipar en el
reloj mortal?
en el mundo estamos
suspendidos
como esperanzas y
heridas abiertas.
ya no estamos tan
cómodos
como deberíamos de
estar,
lo que queremos expresar,
ya no expresamos.
la muerte del sol
nos acompaña como
sombra
en extinción.
el mundo se ahoga en desgracia
y nosotros nunca nos
saciamos de ver
lo que vemos en este
mundo;
ni de oír
lo que oímos.
pero aún nos quedan
caminos de tormentas
para hacer entender la
falsedad del mundo
de un ayer que se
vislumbra
sin fe
imperdible en nuestro
sueño.
OTRAS RIBERAS
Juro que todo los andes tembló cuando dejé el lugar donde
nací.
La calma revuelta en sí, era un infierno
Era el pavor inmenso de sentir alejarse del origen
O caer en la pupila del abismo.
Yo me até al asiento del autobús
Sometido por el miedo
Que me paralizaba los nervios.
Cuando cruzamos los cerros
Revestido por hierbas silvestres
Jugando con el viento,
Escuché la música
del tiempo
De nuestros ancestros
Anclados en medio del siglo transitado
Entre ichus de la puna.
Observé cómo se propagaban leyendas, mitos
Gritos de guerra, ayees,
Quejas, de otras riberas
Yendo a otras tierras
lejanas
a otras ciudades inexploradas,
En este afamado aturdimiento del viaje
que es lo desconocido.
Yo llamé a alguien, quien me contestó
Pero no quise detenerme a oír, sus consejos
Ni a probar el viento helado en mis narices.
Solo sentí un vértigo de pensar en la voz del cielo
acariciándome
Perpetuando mi profanada tumba
De esta historia personal
Construida con
lágrimas turbulentas.
Entré a esos cerros mudos de amores enormes
Donde se pierde uno, con los vientos de la campiña
Sin ser nada, ni escuchado
Pensé que nada somos,
Porque es así, a veces,
Sino sólo viento, respiración,
Viento que se escuchan en los andes
Donde los sueño de patria se acaba en el olvido.
ANTIGUAS INSCRIPCIONES
Todo / todo me asusta - menos tu rostro
Ni la inscripción de antiguos dioses
Que por la memoria deambula;
Ni tu boca ni tu nuca
Menos tú alma desecha.
Qué queda de ti, no sé.
Todo vestigio desapareció tragado por la noche
De fósiles que deambulan
En el campo arado por los siglos
Donde quedó enterrado tu cuerpo místico de sol
En medio de cánticos del agua pura
Salido del manantial
Que sólo escuchan las sombras oráculo.
Me fui lejos de ti, tú lo sabes
Hundiéndome en la arena de un desierto lleno de neblinas
Varado como fantasma gitano,
Pero más como fantasma de familias
En la confusión de la noche.
Me fui lejos, de ti donde viven los espíritus impuros
Con el alma desierta de desarraigo
Para no escuchar nada
Nada de ti
Nada.
Ahí me quedé
En medio de la tempestad
ahogándome
Donde construí todo el odio y el olvido
Como sólo un hombre sabe hacerlo.
Yo.
En historias de fantasmas
te amé amado tierra
Y descubrí que de ti nada queda en mi vida, nada
ni tu nombre grabado en piedra azul
Ni tu boca Gabriel, ni tu hijo ni mi padre.
Ahora tu cuerpo se desvanece cuando pienso.
El caserío está perdido, aquello que cuidaste tanto
Despertando al amanecer cargando el sol en tu espalda.
Ahora, me asusta
todo, lloro
Cuando quiero reconciliarme con la heredad mística
del sol de mis
padres.
LA BODA DE LOS DIOSES
Hay cenizas de miradas pútridas
Que se desvanecen bajo mi instinto.
El oráculo que leo
No cambia en nada la historia de antes.
Los plenilunios
Están ahí bordados en el cielo
Como en mi carne.
La boda de los dioses materiales no se realiza
Pero dan amor a todos los que están
Repartido en cien cuerpos.
Más allá de
nuestro despojo hecho palabra espiritual
La profundidad del corazón
Se muestra al cielo.
En el plenilunio se ven islas acuáticas dispersas
Como cuerpos que celebran la boda de los dioses
Y los dioses vienen en tu espalda sentada
Apaciguando tú odio
Para convivir fastidiándote en cada guerra
Que se inicia para llorar.