(POEMAS PARA VELORIOS EXACERBADOS)
--Del Ex Félix Méndez--
UNO
SOMETIDO A LA LUZ DEL QUICIO QUE DA LA LÁPIDA AL PROFANARSE…
Los proveedores de seda púrpura Los hacedores de silencio dentro de huesos El paso entre brazos separados del cuerpo
El cuerpo oyendo el eco mortuorio del futuro inverso en el desdén de la muerte
Mientras el erebo hacìa de su pedido, deber de cadáveres Porque mientras alguien tejía un fardo otro huía flotando sobre aquel féretro lácteo
Porque el animal ajeno a la tierra hoza tus entrañas La donación de almas había concluido Cedía el astro con su luz, la sal cubría su cuerpo
Dipsomanía de antropófagos Un hipocampo surgía de sus orbitas, para aovar en tu boca de profanador
Ha entendido desde dentro que, sus uñas rasgan el cielo cadmio de sus propios muertos tesoro de muerte
Porque la muerte acarrea con su canto un sinnúmero de notas difíciles de percibir en vida, rea de muertos
Abrazada dentro de tejidos toca un objeto inmaterial, antimonio Su hirsuto cabello, sirve como cosquilleo para viejos duendes, frivolidad entre los muertos
Su axis apunta hacia el cierzo descansado de su madre Ha girado sus restos. Se prepara a separar cierto hueso no dejado de contar
Hasta es que es descubierto por la mirada del propio cadáver Arranca sus lóbulos, las iris saltan, lo hirsuto en ella enreda sus filamentosas manos.
Ha descansado, grita, ha sido tortuoso el encierro, la libertad en partes separadas La oración es movimiento, la danza de huida con resto quebrado
Ocultos soles persiguen a los azores y búhos, mientras los cuervos son engullidos por dispersos cadáveres, sazón de muerte, razón de las almas, equívocas y voraces
Inequívoco es el altar de la huida El jadeo pronuncia nombres dejados de lado sobre las lápidas.
Persiste el intento del búho El eslabón es engullido, la fuerza propia del ese Cesa el sonido, entre líneas se han ocultado los fardos Sepulcral.
El silencio y el profanador Repite lo del inicio, proveedores de seda Terminemos con un silencio desolador, descansemos
Decantemos el sueño, la danza y el despertar del muerto.
Porque es el insomnio del andar sobre la necrópolis.
LA SENSACIÓN DADA AL MORDER EL CADÁVER
El símbolo fresco. El muslo del cadáver salado Hallado de lado bajo un baño de luz trágica
La razón había sido lógica, engulló un ensordecedor río de mudez
Descubriendo su viento ventral se podría oír el erebo detrás, solía decir Las ataduras eran de la propia muerte, ya no poder andar, ya no más el insomnio del caer
Y el vestigio dudoso en las uñas alejadas de las manos, la tortura después de la muerte Porque una tortuga danza sobre sí.
Una multitud de hormigas dibujan con su tránsito el nombre de Niti La imagen, la muerte, sólo un buitre asolando el cielo
era perfecta al huir por el abismo de sus fauces Sólo un rito por esos
Días, mi mano temblorosa descendía desde aquel otero silencioso hacia el oasis muerto en sus iris
Cuando sus pasos separados del cuerpo dejaban una oscura luz a modo de palabra
La palabra de la muerte, la palabra del cadáver, incluso su velo de piel Su verbo como por asilamiento cedía desde la ventana proveedora de razones fúnebres
El sonido del buitre ahuyentaba al alma aún dispersa, el alma cuida del cadáver Me tape los ojos ante el primer picoteo
Me tape las manos al saber que, yo también deseaba beber de aquella fuente de carne Hiena carecida, hiena de cristal platinado, bien carecida
Un cintillo rozado cruzaba sus frescos labios de cadáver Y como último acto había dibujado su propio féretro lácteo, para huir por ahí con el viento del universo
Cedida las alas por la muerte Álbum, albor, árbol que como raíces cráneos
Soprano a lo lejos, danza macabra, inconcluso el transito del cadáver Acebo sin holly, Goodfled aúlla sobre la estratosfera
Y la mano desparece con el cadáver dentro. Ya la minúscula jauría detiene la huida de todos al ocultarlos bajo tierra. Entendámoslo sólo están ocultos por estos días
Goodfled, muerde nuevamente el cadáver.
Y EN LOS CENTÍMETROS ÒSEOS DEL GRITO ÙLTIMO
Lácteo, Surge el féretro Y en el ámbar del silencio Brilla su muerte, buitre Y su color pálido también Hondo
Ya no enmudece el desierto de cristales, tala el viento
Y otra vez en la astillas del arma de kan, nácar de sus huesos Y en los roces de los proveedores de seda luz, y sobre la voz del brujo un búho
Se oculta bajo tierra, rato del joven horadando el cadáver
Detrás del nuevo sol, los ovados sedosos ven al reptil
Aún cuando la flor desata su fuego, ogro tembloroso
Ya supongo su despertar de mar, ramas y telarañas, pétrea mirada del ídolo
Y
Hecho andar bajo ello. Ya oprimía su resurrección con mis manos atadas
No pude destapar la lápida
Transparentes, pare el viento el sol
Y llega el cadáver, otra vez. Cristales de voces
Para ver si en verdad cotidianamente
Suele besar los labios abiertos del cadáver
TARDA A LA VEZ DE DESESPERAR AL OJO ALBO DE SU ENCIERRO. AGRIETA LA LÁPIDA
El abrir de tu piel muerta La ventaja de la muerte ante las fauces del antropófago
Tu vestigio dudoso cuando ya ha empezado, tu laberinto de huesos, la sal se bebe
La sangre debe, tus dientes llenos de pasos de cadáveres
Deberías considerar despertar al menor ruido, suena el hacha
La consigna era: sólo los esternones saldrán de esta necrópolis
Su muerte fue bella, atada y con un ensordecedor grito de la boca hacia dentro
Flotaba su aroma atrayendo a ciertos arácnidos hacia su tribu
Su cráneo muestra una luz parecida a su voz, y calle entonces la danza de filamentosos seres
La sangre absorbe desde su cubil de gigantes cántaros negros
Unos eslabones de cobre descansan sobre su lengua No pude entender el lenguaje de su muerte La oscuridad está despierta entre sus entrañas
Ya sus ojos visitan un largo túnel bajo el pecho de aquél
Es espontáneo su movimiento aunque muerta
Es débil ahora el paso con el trofeo mortuorio
Cede la sed de húmeros, ya pronta en visitarte.
Y su arroyo purpúreo se aviva cerca de la lava.
BAOHTONEV
Helio, nadir, albo y turbio, convergen en tu quietud de tambor
Felino volador del erebo
Prado morado sobre espinas del huido
Porque sus nudillos al brillar acaparaban la voz de aquel extraño mar
Devuelve entonces sus pasos a la tumba
Bacanal de cadáveres
Aunque exista un ave que petrificada trina la orden
de la muerte, para no ser cumplida, tan sólo a modo de acto
in sacro
Paraca es ya su mirada, incomodo el piano y el violín
y aquel saborcillo de las piedras hundidas era suyo
Apareces, desapareces, cesto lleno de brazos alejados del cuerpo
Aprendiz de degollador
Aunque ya intento unir las partes iguales
surge un monstruo en forma de árbol encallecido, seda infecta
Y no juzgo la gota Írrita de la sal de los ojos, bondad de la muerte
Un fardo, un cesto, vaivén
Consolados los granos de tierra, volcán bosteza
Aúlla, déjala hablar y gemir
Burbuja de fuego
Gozne del cadáver
Vela el viento, versa el velo
Cuando el día del planeta rojo contempla el regreso
de quien entreteje la lava
para hacer dulce el alimento de los dioses vivos
*
Félix Méndez, nació el 27 de septiembre de 1973 en un consultorio de Lurigancho - Chosica, a las 12.30m. bajo el signo de libra, elemento aire, distente, entrometido y estorbador, nada justo ya que la justicia estorba en ciertos casos. Bajo el signo del buey en el horóscopo chino. Lleve la primaria pensando en secundaria y la secundaria pensando en primaria, como todo ser inconforme y peruano, a la vez que ya empezaba mi labor como especialista en aseo de inodoros, ya que aseo 6 diarios, 30 a la semana, 120 al mes, 1440 al año y 14400 en diez años en aquella filantrópica labor, es poco es mucho, ello no importa como equilibrista de la memoria trato de no caer en lo que humanamente me da el nombre.
1 comentario:
tan estupido como el silencio mismo
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