sábado, agosto 12, 2006

REFLEJO DE UNA CULTURA MIXTA, HÍBRIDA

Carmen Ollé

Es evidente que la poesía peruana cambia con los años pero no como un producto comercial que se ubique en el mercado técnicamente más desarrollado que la poesía de sus predecesores. Prefiero hablar de estéticas contrapuestas que conviven entre sí. En el Perú de ahora prevalece el gusto por una poesía de ideas, como respuesta —y ya va para largo— a la poética integral de Hora Zero de los años 70 y su profusión de imágenes tomadas de la realidad inmediata: el parque Universitario, el Mercado Central, Tacora. Diría que varias estéticas lidian entre sí y algunos poetas intentan incluso crear un nuevo canon para denunciar el centralismo limeño. Se reacciona también visceralmente contra la poesía “erótica” o la poesía “de género”, etiquetas con las que se pretende parametrar la poesía escrita por mujeres y así ser dueño absoluto de la verdad en materia del gusto poético.

Me interesa destacar dos maneras de concebir la poesía últimamente. En un extremo la estética clásica ve el acto poético como un hecho aislado de la política, donde la “indeterminación de lo determinado” —como afirma Jorge Wiesse— configura un universo cuyos cuerpos están en suspensión. La poesía nace de la tradición y vuelve a ella sin contaminarse con el ruido social; es el caso del último libro de Ana María Gazzolo, Cuadernos de ultramar (2004), publicado con el nombre de Felice Ianua, libro que no hace ninguna concesión al lector.

En la otra punta, Roxana Crisólogo refleja en sus poemas rítmicos una cultura mixta, híbrida, donde lo culto y lo popular no necesitan diferenciarse neuróticamente, como pretende la “alta cultura”, pues —a decir de García Canclini— el arte moderno latinoamericano tiene “muchas intersecciones entre lo culto, lo popular, lo artesanal y la producción masiva”.

Si en el siglo XX Rocío Silva Santisteban reconoce en los poetas de su generación la tendencia a ser parias sentimentales o una nueva suerte de hastío baudelariano, en Roxana Crisólogo, en cambio, el pathos trágico cambia de tono y tiene otros bemoles. La sombra del expresionismo alemán con George Trakl a la cabeza y la búsqueda de la autodestrucción del yo, que alcanza su máxima expresión en la argentina Alejandra Pizarnik, dos íconos neorrománticos de la poesía del siglo XX, dan paso a un tipo de escritura más sincrética, con el síncope nervioso de las ciudades emergentes. El arte en esta nueva poesía no tiene paradigmas referenciales legítimos, busca por el contrario su esencia en la multiplicidad.



POEMAS DE:

Roxana Crisologo Correa




Hay días que no tolero más ruido que el de las construcciones
y el café no endulza —no hay nada que endulce este café—
y quisiera ser la virgen que adorna el vello crepuscular
de un acolchonado cuadro
llamarme Rosa —Rosita—
tener el cabello largo y los pies pequeñitos y rosados
como los de una conocida muñeca
y llevarle a los muchachos de la construcción
tappers limpios de comida
papas sancochadas con pollo

mi buena sazón que venderé
y revenderé
con sendos cerros de arroz
lechuga agria y ají
de algo me servirá ser acomedida o liviana
sudar
atados de ropa limpia y una toalla
por si la transpiración



y luego pensar en los acabados del edificio
—como terminaré yo—
muros sellados y cielos falsos en placa de yeso
—donde terminaré yo—
soldadurasanclajesfijaciones de plástico
dónde anclaré
me desfondaré
y terminaré yo

y nada de prevención y mantenimiento
de martillos taladros patologías y formas
que hincan su cabeza de movediza serpiente
y me invitan a rodar

sentirme en la erosión de esta tierra de doble piso
sin fondo
y empapelan el ruido de un enceguecido tránsito
de aves guaneras como el dolor
de alguna primera vez.





a Ludy
recuerdo sus jeans baratos y ajustados sus blusas simples


rosadas-blancas y estrechas recuerdo su revista rosa
su bolsita cusqueña cruzada como una metralleta de lana
recuerdo sus camisetas de hawái sus polos de mickey mouse
recuerdo las ganas con que miraba a los chicos guapos blanquitos
de la vanguardia al cabello largo y ondulado de José
a los católicos impecables en la mente
a los delgaditos de bondad como una bandera
al john lennon de la mitad de sus narices
cómo los amaba y también cómo los odiaba
ella que deliberadamente se inició en el aprendizaje
anarquista de la disección —a veces dispuesta
a demoler sus sombras— cómo se miraba
y cómo me miraba
y cómo expectorando la mitad de su cuerpo
un paraíso negado a la desnudez
aparcó en los insondables desiertos de Lima
la recuerdo un día que el tráfico rural de un camión
la dejó sola en el mundo isleño de los vegetales
el zarro azul y bautismal del afilador de cuerdas
salpicando en el vello púbico de sus palmas
en la ciudad hipnótica

y la soñé hipnótica habitando una ciudad de cuerdas
no te acerques a ella
no le digas-no le cuentes-no la toques
la música era la misma
desmenuza todo menos su odio
todo menos eso que nos separa
incinera su amor que le quede algo que rebanar
que diga que piensa en sí y que tema
cuando se suelte el cabello y una nota acerada desde el fondo
maxilar de su cuello crezca como un bozal en su piel
y se vea acholada achorada aniñada
estúpida escuchando a ese metiche
a ese designado por la dirección general del partido
a esa multitud que nos separa.



una tibia de humo se desliza
como un desorientado iceberg en la carretera
persigue una cadena montañosa de autos y triciclos
reparaciones mecánicas y turbas
de ramilletes vagos de luz
como si no se pudiera escapar del círculo
vidrioso torcer el timón
atravesar desde otra perspectiva
los orificios del aire

¿has entendido que esta imposición de piernas y manos
no es producto torpe de la casualidad?

la intensidad les ha conferido un lazo indiscutible
de formas
hoy todo se toma alegremente de las manos

Seguro que bailaste como desenfrenada
seguro que te intoxicaste del lloriqueo bobalicón
de aquella cantante folklórica
y el coliseo se inundó de una
espuma que en la espalda rocosa
de una cerveza
empezó a abrir y cerrar los ojos
indefinidamente

a mí me gusta el arpa
se me sube a los codos
tiembla en su intromisión de aire
el huaynito desenterrado de la raíz
no hará milagros
pero retoza en el pecho

como un alborotado tambor
en la piel

No hay comentarios.: