miércoles, febrero 08, 2012

Cartas desde el exilio. Recuperando el ayer

 

Siempre he creído que todo poeta es un exiliado, un paria agreste que lucha diariamente con el maldito sistema que lo obliga o pretende obligar a salir de su quehacer escribano para envolverlo en su tentáculo alienante, inmisericorde, estúpido, y así lanzarlo a su juego de naipes donde uno siempre pierde.
He leído con mucha emoción el poemario de mi buen amigo Leoncio Luque Ccota, Exilio interior y otros poemas devastados, poemario digno de ser leído no solo por placer poético —aunque bien cumple ese rol— sino por el alto contenido antropológico, social y hasta político que en él se desenvuelve, pues no solo toca la realidad del peruano migrante, sino la relación con sus semejantes y su actuar ante la sociedad. Este poemario, creo yo, debe ser lectura obligatoria de todos los que hemos venido al monstruo capitalino a buscar un “progreso”, y no me refiero a la persona que camina de un lugar a otro, sino al que ha nacido también en esta Lima antropófaga, pero que sus raíces están cimentadas en alguna provincia de esta nación. Aunque muchos alienados se consideren limeños por haber nacido aquí, en realidad no lo son porque el nacimiento es solo un accidente geográfico, pues las raíces están en otra parte y solo fueron trasplantados de jardín. En consecuencia, no se es limeño por el hecho de nacer en esta tierra.
Exilio interior merece ser leído desde un contexto marginal, desde el extremo de la ciudad; este poemario tendrá eco en quien al leerlo se identifique con la realidad que en ella se desarrolla, yo lo he leído tres veces y la última vez lo leí desde otro ámbito, estuve en un autobús desde el centro de Lima hasta Villa El Salvador, y en el camino el buen conductor, como confabulando a mi lectura, colocó música popular, adecuada para todo provinciano que añora o recuerda sus raíces, era música chicha a un volumen considerable donde muchas personas movían los labios repitiendo las canciones que el repertorio ofrecía. Fue ahí donde empecé a leer, nuevamente, el poemario, y fue una experiencia formidable. El compás musical, la realidad del texto, mi experiencia personal, hicieron que experimentara los poemas de manera diferente, existencial, poético, desde el yo del autor. Me apropié de los poemas tanto que sentí la historia de los migrantes como la mía —en verdad lo es— y como la de todos los que estaban viajando conmigo.
El poemario arranca su travesía, a manera de tour, describiendo la realidad del poeta, vive en Pamplona: la de San Juan de Miraflores, la del cerro y sus migrantes, la popular, la de culturas mezcladas, la del pueblo, la de las fiestas provincianas, la del pie del cielo. Está dividido en tres partes, con poemas que van desvistiendo de a poco la travesías de la gente que se cimenta en una tierra y donde decide “plantarse” y hacer suyo el lugar sin olvidar nunca sus costumbres. En esta travesía el poeta camina junto a Casandra —me trae a colación la aventura de Dante y Beatriz— y juntos van describiendo desde el ser del poeta hasta la realidad de las personas.
La humanidad / busca su identidad en la guerra / mientras nosotros en recuerdos, le dice el poeta a su guía, pues añora la tierra dejada atrás, la fuente misma de su pensamiento y su ser, invitándonos a pensar en el tema central de muchos: el ansia de la tierra.
El poemario va a lo largo de su “aventura” entonando las realidades de Pamplona, describiendo cómo fue antes de estar poblada, e incluso describe cómo la humanidad en su afán de avanzar desgasta y expulsa a otros seres de su hábitat, pues el poeta nos menciona que antes había lagartijas en ese desierto, y que ahora son las personas quienes han ocupado su espacio. Los años que ya no conozco en mi memoria / desaparecen como / lagartijas entre la arena / junto al cementerio / donde busco mis raíces.
En este poemario, Luque nos invita a no dejar atrás la memoria histórica, pues muchos solo viven pensando en el futuro dejando al olvido lo que vivieron o tuvieron que vivir sus padres para que puedan estar en un lugar cómodo, donde pueden recoger sueños / de café, cigarro & emoliente. Hay que ensalzar que este poemario es ganador de un Horacio, premio importante en la poesía peruana, y que reconoce en Leoncio su vena poética y lo ratifica como una voz importante en la poesía peruana, pues sus poemas son escritos desde sus labios carcomidos de amor / que nos obsequia el tiempo.

FUENTE: http://www.letralia.com/260/articulo06.htm